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lunes, 19 de septiembre de 2011

Mayores con VIH, invisibles y discriminados.// Increased HIV, invisible and discriminated

"El sexo, el sida y el VIH son cosa de jóvenes". A este mito se enfrentan a menudo los expertos de la sanidad que atienden a pacientes adultos ya entrados en años que, al recibir el diagnóstico, deben afrontar una doble mala noticia: la de la infección y, con frecuencia, también la de alguna otra enfermedad asociada.
En 2009 (último año del que existen datos del Ministerio de Sanidad), los mayores de 50 años incrementaron las listas de los nuevos diagnósticos en un 12% (150 personas). Aunque representan una minoría (el grueso de infectados está entre los 30 y los 39 años, con el 37,8% de los casos), son un colectivo de riesgo, ya que la escasez de campañas de información dirigidas a ellos provoca, en ocasiones, contagios imprevistos.
Muchos practican sexo sin protección por no tener conciencia del riesgo
"Creen que el VIH no va con ellos, que es cosa de jóvenes, y suelen enterarse cuando ya tienen alguna patología añadida", explica Javier Barbero, psicólogo especialista en pacientes con VIH del Hospital de La Paz de Madrid. En algunos casos, se trata de "gente que mantiene relaciones extramatrimoniales no protegidas por falta de conciencia del riesgo". En otros, "tienen la idea de que, como son mayores y morirán pronto, no importa que se contagien", alerta el experto.
Antonio Moraleda, economista jubilado de 78 años con VIH, confirma esta teoría. "El ser humano es tan absurdo que a muchos les gusta jugar a la ruleta rusa", lamenta. "Otros no se dan cuenta de que esto es como un accidente de tráfico: no hace falta que conduzcas muchas veces para estrellarte, con una basta", sentencia. Jimmy (nombre ficticio), artista infectado de 59 años, también cree que "es como una lotería. Algunos tienen premio a la primera".
Barbero alerta también del trauma de los que descubren su infección. "La carga suele ser doble: tienen que dar explicaciones de su conducta clandestina y, si lo ocultan, sufren la angustia de saber que quizá su pareja también esté infectada", resume el doctor.
"Creen que el VIH no va con ellos", lamenta un especialista

Prejuicios

Los prejuicios de antaño, ligados habitualmente a la religiosidad, también "juegan en contra de los infectados de esta generación", destaca Udiárraga García, presidenta de la Coordinadora Estatal de VIH y sida, Cesida.
"Yo tuve suerte porque mi familia me apoyó", cuenta Moraleda, que descubrió que tenía sida en el 2001. Ahora, que ya sólo toma una pastilla al día, lleva una vida "totalmente normal". "Convivo con mi hermana y sigo besando a mis sobrinos con toda naturalidad", añade. Tampoco tuvo problemas con sus vecinos del municipio madrileño de Torrelodones. "¡Y eso que mi visibilidad fue instantánea!", bromea. De hecho, cuando se enteró de la infección, sacó fuerzas para recuperarse de varias enfermedades asociadas y dedicarse a dar charlas.
"Cuando se trata de recursos, los jóvenes tienen preferencia", se queja un afectado
Moraleda también asiste a reuniones con otros infectados con el fin de animarles para que puedan sobrellevar la enfermedad. "Mucha gente se derrumba, tienen problemas con sus parejas o con el trabajo y no se dan cuenta de que con VIH se vive", asegura.
Jimmy, por su parte, es de los que aún no se ha atrevido a contarlo. Tiene una postura optimista con respecto a su enfermedad ("no pienso dejar que controle mi vida", sentencia), pero trabaja dando clase a niños pequeños y sabe que los prejuicios de sus padres podrían causarle problemas. "Lo más fuerte que ha conseguido el VIH es meterle el miedo en el cuerpo a la gente", lamenta. "Por mucho que vayamos de modernos, el VIH sigue siendo un estigma", agrega.
Un estigma que, como denuncian los expertos, sigue provocando graves discriminaciones. En las residencias de mayores, por ejemplo, tener VIH es motivo para no poder acceder a ellas.

Exclusión en residencias

"El criterio de exclusión es tener una enfermedad infecto-contagiosa, ¡pero la gripe es más contagiosa que el VIH!", exclama Barbero. "Además, el VIH tiene unas vías de infección muy definidas que se pueden prevenir fácilmente", añade. "El problema es que esa cláusula se ha convertido en la excusa perfecta para evitar la reacción de otros residentes", lamenta el psicólogo.
Aunque consigan plaza, el trato que reciben los infectados en algunos centros de mayores no es, en absoluto, saludable. "Algunos prefieren la muerte a convivir con gente que no los quiere", asegura Federico Armenteros, presidente de la Fundación 26 de Diciembre. Este colectivo de mayores LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) está cerrando los trámites para construir una residencia libre de discriminaciones, pero aún necesitan socios que colaboren con el proyecto.
"¿Cuándo se van a enterar de que no es contagioso?", se pregunta Jimmy. "Hay que explicar mejor a la gente lo que es esto", añade. Por eso "hacen falta campañas de sensibilización, para que la sociedad nos reconozca la dignidad que nos merecemos como personas", solicita el artista. Barbero, por su parte, va más allá: "La información por sí sola no cambia conductas. Los poderes públicos deben exigir que se cumplan los derechos de todos", exige el psicólogo. "La solución está en no financiar los centros públicos que discriminen", propone.
En cuanto a las campañas preventivas, todos están de acuerdo en que se centran demasiado en la gente joven. "Se dirigen a un sector de la población, más que a las conductas de riesgo por sí mismas", detalla Barbero. "Además, como se niega como una realidad la sexualidad de los mayores, también se niega la posibilidad de que se contagien por VIH", lamenta.
"Se piensa que a los 50 no se practica sexo y, cuando aparece un mayor con VIH, sorprende más", confirma Jimmy. "Parece que el sexo es sólo para la juventud y cuando se trata de dar recursos, ellos tienen preferencia", opina también Moraleda. "Es una falta de sentido económico por parte de la Administración, porque una campaña de prevención cuesta menos dinero que el tratamiento necesario para cada infectado", concluye el execonomista.
Fuente: Público.es
"Sex, AIDS and HIV are a thing of youth." In this myth often face health experts who care for adult patients in years and that, at diagnosis, face a double bad news: The infection and often also of some other disease associated.
In 2009 (latest year for which data from the Ministry of Health), those over 50 years increased the lists of new diagnoses in 12% (150 people). Although they represent a minority (the majority of people infected is between 30 and 39 years, with 37.8% of cases), are a risk group because the shortage of information campaigns directed at them cause sometimes , unexpected infections.
Many practice unprotected sex because they have no awareness of the risk
"They believe that HIV does not go with them, which is something young, and tend to learn when they have added some disease," explains Javier Barbero, psychologist who specializes in HIV patients at the Hospital of La Paz in Madrid. In some cases, it is "people who keep unprotected extramarital affairs due to lack of awareness of risk." In others, "have the idea that, as are older and will die soon, no matter from getting sick," warns the expert.
Antonio Moraleda, a retired economist with HIV 78 years, confirms this theory. "The human being is so absurd that many people like playing Russian roulette," he laments. "Others do not realize that this is like a traffic accident: you do not need you to drive many times to miss, with a vast" sentence. Jimmy (name changed), artist infected 59 years, also believes "it's like a lottery. Some have the first prize."
Barbero also alert the trauma of discovering their infection. "The burden is usually twofold: to have to explain his conduct illegal and if they hide it, suffer the anguish of knowing that your partner may also be infected," sums up the doctor.
"They believe that HIV does not go with them," laments a specialistPrejudice
The prejudices of the past, usually linked to religion, they also "play against people infected with this generation," said Udiárraga Garcia, president of the State Coordinator for HIV and AIDS, CESIDA.
"I was lucky because my family supported me," says Moraleda, who discovered he had AIDS in 2001. Now that you only take one pill a day, leads a "completely normal". "Living with my sister and my nephews still kissing quite naturally," he adds. Nor had problems with its neighbors in the town of Madrid Torrelodones. "And that my visibility was instantaneous!" He jokes. In fact, when he learned of the infection, gave her the strength to recover from multiple comorbidities and focus on giving talks.
"When it comes to resources, young people have a preference," complains one affected
Moraleda also attends meetings with other infected in order to encourage them to cope. "Many people are collapsing, have problems with their partners or to work and do not realize that living with HIV," he says.
Jimmy, meanwhile, is one that has not yet dared to tell. It has an optimistic attitude about their illness ("I shall not let control my life" sentence), but a job teaching young children and know that the prejudices of their parents could cause problems. "What has gotten stronger than the fear of HIV is put him in the body of the people," he laments. "As much as modern go, HIV is still a stigma," he adds.
A stigma that, as experts report, is causing serious discrimination. In nursing homes, for example, having HIV is no reason to access them.Residential Exclusion
"The exclusion criterion is to have a contagious disease, but the flu is more contagious than HIV!" Exclaims Barbero. "In addition, HIV has a very defined route of infection is easily prevented," he adds. "The problem is that this clause has become the perfect excuse to avoid the reaction of other residents," laments the psychologist.
Although get square, the treatment of infections in some care homes is not at all healthy. "Some prefer death to living with people who do not want," said Federico Armenteros, president of the Foundation December 26. This group of older LGBT (lesbian, gay, bisexual and transgender) is shutting down the steps to build a residence free of discrimination, but still need partners to collaborate with the project.
"When will figure out that it is not contagious?" Asked Jimmy. "We must better explain to people what this is," he adds. Therefore "awareness campaigns are needed for that society recognizes the dignity that we deserve as people," asks the artist. Barber, meanwhile, goes further: "The information itself does not change behavior. The government should demand that the rights of all" requires the psychologist. "The solution is not to fund public schools that discriminate," he proposes.
In terms of prevention campaigns, all agree that too much focus on young people. "They target a segment of the population, rather than risk behaviors themselves," explains Barber. "Moreover, as a reality denies sexuality of the elderly, also denied the possibility of becoming infected with HIV," he laments.
"It is thought that at 50 and sex is not practiced, when a major with HIV, more surprising," confirms Jimmy. "It seems that sex is only for the youth and when it comes to resources, they have priority," says Moraleda also. "It's a lack of economic sense by the Administration, for a prevention campaign costs less money than needed for each infection treatment," concludes the economist.


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